Wednesday, March 21, 2007

Un piano, un museo y una habitacion

Todos estos días he estado con la cabeza en shock por algo que dijo el político Luis Bedoya Reyes en el programa de Bayly el domingo pasado. Bedoya Reyes le hablaba sobre un concurso en el que participó con su promoción del colegio Guadalupe en los años 50s. El premio era 50 mil soles, era un montón de plata de hecho. Bedoya Reyes y su promoción participaban de este concurso con la finalidad de conseguir dinero para poder comprar un terreno para una cancha deportiva que quería tener el colegio. Se afanaron harto pese a las dificultades del concurso (el programa lo dirigía el recordado Pablo de Madalengoitia) pero ganaron. Bueno, lo que me llamó poderosamente la atención fueron justamente las extrañas tareas que le daban a los participantes, sobre todo una que de sólo pensarla me deja afectado. No sé si escuché bien, corríjame si alguien lo oyó, pero los jóvenes debían reunir 150 pianos (sí, ¡150 pianos!) cada uno con un interprete tocando el himno nacional y el himno de su colegio. ¿Se imaginan esa locura? O sea, de sólo ver 150 pianos juntos me caería de espaldas, pero sentir el sonido de 150 pianos juntos es cosa seria, me parece en sí mismo un acto vandálico. Dios quiera que guarden copias de ese programa del canal 5. Tengo que verlo para creerlo.

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Ayer caminaba por la avenida arenales. Paré en una esquina a comer una hamburguesa y me di cuenta que estaba frente al Museo de Ciencias Naturales. Hace muchos años que entré a ese museo. O sea, hace 8 años creo. Siempre paso por ahí y noto que no entra mucha gente. Recuerdo que por dentro era un lugar lúgubre. Había un pez gigante disecado, creo que era color azul. No recuerdo ningún animal más, quizá algunas aves. Nada muy claro, sólo ese enorme pez color azul metido en una urna gigante. Voy a tratar de ir en estos días y ya les cuento que más hay.


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El lunes casi termino de ver Infiltrados. Una fuerte gripe impidió que pueda llegar hasta el final. En su lugar estuve viendo algunos cortos de Jan Svankmajer. Hay uno en donde un hombre llega a una casa y hace unos orificios para poder ver el interior de una habitación: lo que ve es inexplicable en palabras, es mejor verlo.